domingo, 12 de octubre de 2008

Ay, Gisela, Gisela

No sé ustedes, pero cuando me quedo en casa los sábados en la noche siempre le echo un ojo a Bailando por un sueño, el programa de Gisela. Mi receta es subir el volumen en el momento de los bailes y poner mute apenas la conductora abre la boca. Es un tic que tengo. La señora dice pío y mi dedo pulgar derecho se mueve presuroso en el control remoto.
Anoche, para mi mala suerte, dejé el volumen en alto (mi tic no es infalible) y casi se me caen las orejas cuando Gisela estaba agradeciendo a «la Universidad César Vallejos». Dios mío. ¡César Vallejos! ¡¡Vallejos!!
Esto no es motivo de risa. En serio. En un peruano (por no decir: en un peruano que afirma haber escrito un libro), cometer una torpeza de ese calibre es casi, casi como decir: «Miguel Graus» o «Mario Vargas Llosas».
Creo que debería hacerse una rectificación en el siguiente programa. De ser posible, Gisela no debería hablar en toda la emisión del próximo sábado a manera de castigo. O al menos, ¡por lo que más quieran!, que alguien le escriba los libretos.
Por si no creen que el mal es contagioso, una de las integrantes del jurado, Morella Petrozzi, ya llega a enfurecer con sus frecuentes dequeísmos («dice de que», «piensa de que»). Un poco más de cuidado, ¿no?
Fotografía: Caretas.

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